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Foto del escritorInma Garrido. Psicóloga

Las implicaciones del mal uso de los dispositivos digitales en la salud mental de los niños.

Actualizado: 22 abr 2019

Los inminentes problemas de la Generación T



Recientemente me llamaba la atención, al estar parada en un semáforo en la ciudad, el ver en el coche de mi derecha a una madre con su hijo también parada esperando que se abriera el semáforo, el niño atrás sentado en su sillita viendo algo en su Tablet. Yo tengo la costumbre cuando estoy esperando, sea en el coche o el cualquier otro sitio, de observar mi entorno, interactuar con alguien y/o pensar en mis cosas. Algo que posiblemente ese niño quizás no va a aprender.

La Generación T, también llamada generación táctil, tecnológica o generación alfa, son aquell@s niñ@s que han nacido dentro de la revolución de la tecnología, desde el año 2010 hasta la actualidad. Están acostumbrados a interactuar con los medios digitales (incluyendo teléfonos móviles, tablets, iPads, aplicaciones y/o redes sociales) directamente con las manos y pese a su corta edad, son capaces de controlar con gran destreza y agilidad las pantallas táctiles y todo lo relacionado con Internet. Para ellos, Internet es su mayor distracción, lo ven como su juguete favorito, su principal fuente de aprendizaje y su forma de contacto con el resto del mundo.


En la actualidad, los medios y los dispositivos digitales son una parte integral de nuestro mundo y sus ventajas pueden ser grandes, si se utilizan de manera moderada y apropiada. Sin embargo, el abuso o mal uso de estas tecnologías conllevan problemas a medio y largo plazo a nivel físico, psicológico y social. Según un informe de 2010, los niños de 8 a 10 años de edad pasan casi 8 horas al día con una variedad de medios diferentes (Televisión, ordenador, Internet, una consola de videojuegos y un teléfono móvil), y los niños mayores y los adolescentes pasan más de 11 horas por día. Estudios recientes ya alertan sobre los futuros problemas de agresión, comportamiento sexual, uso de sustancias, trastornos alimenticios y dificultades académicas.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que para el año 2030, los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo. Una de cada cuatro personas sufrirá algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida. Posiblemente, muchos de estos problemas serán derivados el mal uso y abuso de los dispositivos táctiles durante la infancia. Trastornos mentales se consideran la ansiedad, depresión, trastornos afectivos y emocionales, trastornos de la conducta alimentaria, trastorno por estrés postraumático, trastorno bipolar…..entre otros.


Es responsabilidad de los padres la educación y el control del uso de estas tecnologías.


La primera infancia se considera como un período crítico que continúa hasta el final de los 8 años de edad, con lo que malas prácticas parentales (como el mal uso de los dispositivos digitales) durante este período se consideran uno de los factores de riesgo para padecer futuros problemas de salud mental (trastornos de alimentación, ansiedad, depresión,….). El actual ritmo de la sociedad caracterizado por la escasa conciliación y los elevados niveles de estrés provocan que “los niños molesten”. Los padres llegan cansados a casa, con lo que en lugar de dedicar su tiempo libre a interactuar con sus hijos le ofrecen la Tablet, el iPad o el móvil. En la actualidad he visto el uso de estos dispositivos por los padres de forma normalizada para calmarlos cuando lloran (como chupete emocional), para entretenerlos cuando se aburren, para darles de comer, para dormirlos, para viajar tanto en trayectos cortos como largos o para que no molesten cuando están en una reunión de amigos o familiar o una comida.



Un niño pequeño llora y se irrita cuando tiene hambre, hasta que aprende que el malestar físico y emocional que causa el hambre se calma comiendo. Si no se aprende de niño la gestión de estas sensaciones y emociones, en la edad adulta también se reaccionará con ira, agresividad o irritabilidad cuando se tenga hambre.

En este sentido, algunas de las implicaciones en el comportamiento de los niños, de este tipo de malas prácticas por parte de los padres y que ya se empiezan a ver en las aulas podrían ser:


  • Problemas de adaptación: para ellos supone un esfuerzo de adaptación cuando tienen que realizar tareas cotidianas sin conexión a internet.

  • Problemas la paciencia, de control de impulsos, el autocontrol y la fuerza de voluntad o baja tolerancia a la frustración: ya que están acostumbrados a una respuesta inmediata de los dispositivos, con lo que se ve afectada la gratificación aplazada, que es un atributo intelectual también conocido como autocontrol.

  • Distorsión de los valores, al no ser capaces de valorar los aspectos importantes de la vida ni reconocer las necesidades básicas de la vida cotidiana. Dan por sentada la conexión a internet, cuando no hay lo ven como una carencia. La ausencia de un dispositivo con conectividad a internet puede ocasionarles un serio conflicto. Para ellos no tener internet es como no tener electricidad, o agua.

  • Problemas de privacidad ya que no diferencian bien entre público y privado, acostumbran a sociabilizar todos los aspectos de su vida.

  • Problemas de atención, al usar estos dispositivos simultáneamente para hacer otras tareas que requieren atención como comer o vestirse. El cerebro humano no es multitarea, ya que hacer varias cosas simultáneamente nos vuelve ineficientes.

  • Problemas de agresividad.

  • Problemas en el comportamiento sexual, por el fácil acceso a la pornografia.

  • Problemas en el comportamiento alimenticio.

  • Problemas de adicciones, al dejarles tiempo ilimitado.

  • Problemas para relacionarse, al usarse en lugar de ir al parque, jugar con sus iguales, etc.

  • Problemas de habilidades sociales (capacidad de escuchar, iniciar y seguir una conversación, formular una pregunta, dar las gracias, presentarse, presentar a otras personas, realizar un cumplido, empatía, asertividad).

  • Problemas de regulación emocional, reconocimiento y gestión de sus emociones.

  • Problemas de sedentarismo.




La Academia Americana de Pediatría (AAP) marca los 2 años como el límite por debajo del cual los niños no deberían tener acceso a las pantallas: “la televisión y otros medios de entretenimiento digital deberían evitarse para menores de 2 años, ya que el cerebro de un niño se desarrolla rápidamente durante estos primeros años y los más pequeños aprenden mejor interactuando con personas, no con pantallas”. Además, advierte de la necesidad de dosificar el uso de dispositivos táctiles en niños de entre dos a cinco años, limitando el uso a una hora al día.


La investigadora Catherine L´Ecuyer explica en este video muy bien todos estos aspectos:


Como recomendaciones básicas a los padres, la Academia Americana de Pediatría (AAP) sugiere:

  • No usar dispositivos digitales antes de los 2 años.

  • Limitar el uso a los niños de entre 2-5 años a 1 h al día

  • Fijar límites con el mundo mediático como lo haría con cualquier otro entorno en la vida de su niño

  • Sé un buen ejemplo, no pases tú todo el día enganchado a los dispositivos digitales.

  • Participa con ellos en las actividades digitales, no te limites solo a supervisar. Haz que sea una actividad en familia.

  • Crear zonas libres de tecnología, como las comidas en familia y otras reuniones sociales, así como las habitaciones de los niños, libres de pantallas.

  • Enséñale aplicaciones educativas.


En definitiva, los estudios de investigación recomiendan que pasar tiempo frente a frente con la familia, los amigos y los profesores así como pasar tiempo en la naturaleza ya que estas actividades cumplen una función fundamental en promover el aprendizaje y el desarrollo saludable de los niños, que no se pueden suplir con los dispositivos digitales.


Referencias


(1) American Psychiatric Association. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition (DSM-5). American Psychiatric Publishing, 2013. (Libro on-line en Internet) (consultado el 05/09/2013) Disponible en: http://www.psychiatry.org/dsm5.

(2) Strasburger, V. C., Jordan, A. B., & Donnerstein, E. (2010). Health Effects of Media on Children and Adolescents. PEDIATRICS, 125(4), 756–767. doi:10.1542/peds.2009-2563

(3) Sajedi F, Habibi E, Hatamizadeh N et al. Early storybook reading and childhood development: A cross-sectional study in Iran [version 1; peer review: 2 approved]. F1000Research 2018, 7:411 (https://doi.org/10.12688/f1000research.14078.1)

(4) Aboud, F. E., & Yousafzai, A. K. (2015). Global Health and Development in Early Childhood. Annual Review of Psychology, 66(1), 433–457. doi:10.1146/annurev-psych-010814-015128

(5) Legare, C. H., Clegg, J. M., & Wen, N. J. (2018). Evolutionary Developmental Psychology: 2017 Redux. Child Development. doi:10.1111/cdev.13018

(6) Bjorklund, D. F., & Blasi, C. H. (2005). Evolutionary Developmental Psychology. International Encyclopedia of Social & Behavioral Sciences, 8(1), 828–850. https://doi.org/10.1016/B978-0-08-097086-8.81018-1

(7) Szilagyi, M., Kerker, B. D., Storfer-Isser, A., Stein, R. E. K., Garner, A., O’Connor, K. G., … McCue Horwitz, S. (2016). Factors Associated With Whether Pediatricians Inquire About Parents’ Adverse Childhood Experiences. Academic Pediatrics, 16(7), 668–675. doi:10.1016/j.acap.2016.04.013

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1 Comment


Franky Spain
Franky Spain
Oct 03, 2019

Totalmente de acuerdo con este artículo. Nos esperan futuras generaciones vacías, sin imaginación e iniciativas.

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